diumenge, 10 de maig del 2009

Comentario al artículo de ENRIC GONZÁLEZ: Roja

Imagino que hubo una época en que la ciudadanía se dió cuenta de la necesaria figura del gestor de lo público, pues cada uno de los individuos tenía problemas que iban más allá de su esfera personal y necesitaban que alguien arbritrara, gestionara, decidiera, coordinara...
Sin embargo, actualmente, es casi imposible que la administración defienda los derechos de los ciudadanos "de oficio", si tienes un problema no basta con comunicarlo y esperar a que aquellos a los que se ha elegido y se paga para que lo resuelvan, lo hagan. Hay que perder tiempo, dinero, disgustos y energía en hacer que se cumpla la ley, se respeten los derechos, o que los que están obligados asuman sus responsabilidades. Chomsky dice que las clases sociales menos afortunadas perciben por propio instinto que nadie -sobre todo los poderes públicos- les ayudará y por eso desconfían tan profundamente de ellos. Los que sí confiamos ¡¡ojo!! en la posiblidad de tener unos poderes públicos competentes, comprometidos y responsables, a menudo, nos descorazonamos de ver como casi todo se reduce a volvernos a golpear contra el muro. Quizás seamos idiotas, pero seguimos creyendo que sí, que es posible y que toda acción conlleva un cambio.
Como ciudadana me gustaría ver en los representantes políticos más valentía, que se arriesgaran a tomar decisiones con coraje, con empuje, con entusiasmo... sin embargo, observo que se debaten en la cenagosa indecisión cada vez que deben decidir algo, calibrando continuamente no las consecuencias que tendría esa decisión en la sociedad, si no unicamente su posición personal -en el gobierno, en el partido... - Por tanto, tenemos una clase política cobarde, melindrosa, incapaz de arriesgar ni poner en marcha soluciones con imaginación, se dejan llevar por agendas, actos y decisiones rancias y caducas, desprovistas de significado, dejándose llevar por las formas con las que actuaban los que gobernaron antes que ellos, repitiendo en ocasiones aquello por lo que se dejó de votar al contrario.
De los trajes de Camps, el Audi de Touriño... he de asumir que, por mucho que me duela las clases menos favorecidas vuelven a tener razón: "todos los políticos son iguales, lo único que les importa es enchufar y robar..." frases que siempre he rechazado pero las evidencias son demoledoras y como dice Chomsky, el instinto suele llevar razón.
Silvia Muñoz

dilluns, 16 de març del 2009

NODE no és l’únic col·lectiu, ni som les úniques persones, als qui no els agraden els polítics i ni la política actual, la qual ha derivat en un compendi dels mals usos d’exercir la funció pública.

Roja

ENRIC GONZÁLEZ ELPAIS 13/03/2009

No soy de los que temen una España rota. A mí me preocupa una España roja. Roja de vergüenza. Me abochorna lo que ocurre en la Comunidad de Madrid y me apena el papelón del Parlamento autónomo, con esa comisión investigadora destinada a desinvestigar, negar la evidencia y acusar a los periódicos, en concreto a éste en el que escribo; da grima comprobar el cainismo imperante en el PP de Esperanza Aguirre y la inoperancia del PSOE madrileño.

Me abochornan las "embajadas" catalanas, los informes que la Generalitat encarga a los amiguetes, la abundancia de campañas de autobombo, la conjunción de dispendio e ineficacia, el vuelo gallináceo del debate político en el "oasis".

Me abochorna la impavidez con que el anterior Gobierno autónomo gallego, esa coalición "progresista" de socialistas y nacionalistas, dio por supuesto su derecho a derrochar en coches blindados, mobiliario y francachelas; me deprime que el PP de Galicia, a estas alturas, siga apoyándose en los caciques cada vez que se aproximan elecciones (ahí, sin embargo, habrá que dar un voto de confianza a Feijóo).

Me abochorna, y no hace falta decir por qué, que Ibarretxe asegure que el PNV seguirá mandando, tanto si permanece en el Gobierno como si no: ahora resulta que el lehendakari vasco habla igualito que Girón de Velasco y otros figurones del búnker después de la muerte de Franco.

Me abochorna que Camps se niegue a explicar ante el Parlamento autónomo valenciano esa historia tan graciosa de los trajes, y que Fabra domine eternamente la Diputación de Castellón gracias a su talento para explotar el clientelismo. Me abochorna que el PSOE gobierne siempre en Andalucía, aupado sobre su propia clientela rural y sus peonadas.

Me abochorna, en general, la España autonómica, con sus cargos y carguitos, sus coches oficiales y sus trapisondas. No creo que el plan fuera ése. Hace 30 años se prometió que la Constitución, además de reconocer los derechos y particularidades de determinadas regiones (o naciones, o imperios, da igual: las palabras no cuestan un duro), serviría para acercar la Administración al ciudadano. Quizá esté más cerca, pero suele portarse como si estuviera lejísimos y no pudiéramos ver las tonterías que hace.

dilluns, 9 de març del 2009

REFLEXIONS AL VOLTANT DE LA POLÍTICA I ELS POLÍTICS

- Dalt valencià, baix castellà -

El sistema democràtic en el qual estem vivint en l’actualitat moltes persones el qualifiquen com el menys dolent dels sistemes polítics. El que vol dir que és dolent, encara que siga el menys. El sistema, a més a més, és fa més dolent per la dolenta aplicació pràctica de la teoria que fan els partits i les persones que els sustenten.

Com hem pogut observar des dels temps de la transició, poc a poc, els escaladors, els mediocres i els profitosos, s’han fet amb el control dels partits que dominen l’arc polític. No hi ha persones ideològiques que tinguen alguna cosa a dir ni en el funcionament diari, ni en l’estratègia de treball. Els mercadotècnics i els estrategs del màrqueting són els grans gurus dels partits. Les idees i el pensament són rèmores del passat que ningú vol recordar (sols per a traure lluentor a la xapa).

No sempre ha sigut així. Al principi del sistema, allà pels finals dels setanta i principis dels vuitanta, encara hi havien als partits algunes persones que responien al perfil d’ideòlegs que realitzaven treballs de pensament polític per a aplicar en el dia rere dia dels partits. Aquestes persones ben prompte foren enviades a la galàxia del silenci i a la marginalitat, com a bitxos rars i, en alguns moments, perillosos. Així ens ha lluït el pèl.

Tenim exemples, de tots els àmbits polítics, que ens il·lustren el que estem dient (cadascú que pose el seu). Són personatges buits d’idees, plens d’ambició i sense escrúpols a l’hora de fer valer el seu poder per a aconseguir les seues prebendes. Gent que confon el servei públic amb la seua barraca personal. Gent que és capaç de posar el seu interès personal per damunt de qualsevol interès general. Gent que menteix més que alena. Gent als quals no els cauen els anells per utilitzar mitjans i diners públics per al seu afalagament i el seu narcisisme o per muntar una cova de lladres per a emporta-se’ls de valent. En definitiva, persones que no ens mereixem com a governants el comú dels mortals, però que ens estan donant pel sac cada dia.

L’espectre que comprèn és tant gran que podem dir que cap estament es lliura. Hi ha des de presidents de govern fins a caps de l’oposició, des de ministres fins a alcaldes de poble, des de presidents de la generalitat fins a regidors de cultura de qualsevol poblet. Les característiques dels mateixos són idèntiques: mentiders, barroers, tramposos, jugadors d’avantatge, malbaratadors, venjatius, tot cap en la definició, ja que són personatges sense ideals i sense idees.

Altra característica que els defineix és estar rodejats sempre de persones amb poques ambicions personals, amb poca capacitat intel·lectual i amb els ulls cegats per la seua lluentor. Els utilitzen com a mesura de defensa, per tal que ningú els faça ombra, ni es qüestionen, encara que siga de lluny, la seua posició, al temps que els poden gastar com a “cap de turc” en cas de vindre dolentes. Per això sempre se’ls veu acompanyats de “suros”, panxacontents i vividors, en el mal sentit de la paraula.

Mentre les persones normals no enviem a les galeres a aquestos personatges que dominen l’escena política, no acabarem de desplegar les veles de la normalitat democràtica. La solució passa per canviar radicalment els models i les persones. Cal que jutgem per les idees i els fets. Cal que aprofundim en l’educació cívica de les ciutadanes i els ciutadans. És la nostra única esperança de futur.

REFLEXIONES ENTORNO A LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS

El sistema democrático en el cual estamos viviendo en la actualidad muchas personas lo califican como el menos malo de los sistemas políticos. Lo que quiere decir que es malo, aunque sea el menos. El sistema, además, se hace más malo por la mala aplicación práctica de la teoría que hacen los partidos y las personas que los sustentan.

Cómo hemos podido observar desde los tiempos de la transición, poco a poco, los escaladores, los mediocres i los aprovechados, se han hecho con el control de los partidos que dominan el arco político. No hay personas ideológicas que tengan algo que decir ni en el funcionamiento diario, ni en la estrategia de trabajo. Los mercadotécnicos y los estrategas del marketing son los grandes gurús de los partidos. Las ideas y el pensamiento son rémoras del pasado que nadie quiere recordar (sólo para sacar brillo a la chapa).

No siempre ha sido así. Al principio del sistema, allá por finales de los setenta y principios de los ochenta, todavía había en los partidos personas que respondían al perfil de ideólogos y realizaban trabajos de pensamiento político para aplicar en el día a día de los partidos. Estas personas bien pronto fueron enviadas a la galaxia del silencio y a la marginalidad, como bichos raros y, en algunos momentos, peligrosos. Así nos ha lucido el pelo.

Tenemos ejemplos, de todos los ámbitos políticos, que nos ilustran lo que estamos diciendo (cada cual que ponga el suyo). Son personajes vacíos de ideas, llenos de ambición y sin escrúpulos a la hora de hacer valer su poder para conseguir sus prebendas. Gente que confunde el servicio público con su barraca personal. Gente que es capaz de poner su interés personal por encima de cualquier interés general. Gente que miente más que respira. Gente a los que no les caen los anillos por utilizar medios y dinero público para su halago y su narcisismo o por montar una cueva de ladrones para llevárselo crudo. En definitiva, personas que no nos merecemos el común de los mortales, pero que nos están dando cada día por el saco.

El espectro que abarca es tan grande que podemos decir que ningún estamento se libra. Hay desde presidentes de gobierno hasta jefes de la oposición, desde ministros hasta alcaldes de pueblo, desde presidentes de la generalidad hasta concejales de cultura de cualquier pueblecito. Las características de los mismos son idénticas: mentirosos, groseros, tramposos, jugadores de ventaja, despilfarradores, vengativos, etc., todo cabe en la definición, puesto que son personajes sin ideales y sin ideas.

Otra característica que los define es el estar rodeados siempre de personas sin ambiciones personales, con poca capacidad intelectual y con los ojos cegados por su brillo. Los utilizan como medida de defensa, para que nadie les haga sombra ni se cuestionen, aunque sea de lejos, su posición, al tiempo que los pueden utilizar como “cabezas de turco” en caso de venir mal dadas. Siempre se les ve acompañados de “tarugos”, estómagos agradecidos y vividores, en el mal sentido de la palabra.

Mientras las personas normales no enviemos a las galeras a estos personajes, no acabaremos de desplegar las velas de la normalidad democrática. La solución pasa por cambiar radicalmente los modelos y las personas. Hace falta que juzguemos por las ideas y los hechos. Hace falta que profundicemos en la educación cívica de las ciudadanas y ciudadanos. Es nuestra única esperanza de futuro.

dijous, 31 de juliol del 2008

ALGUNES ANOTACIONS SOBRE EL LLIBRE “PAÍS COMPLEX

CANVI SOCIAL I POLITIQUES PUBLIQUES EN LA SOCIETAT VALENCIANA (1977-2006)”, DE JOAQUIN AZAGRA I JOAN ROMERO, EDITAT PER PUV EN 2007 (Nº 17 DE LA COL·LECCIÓ ASSAIG)
El llibre, amb un pròleg de Juan Jesús González –professor de Sociologia II en la UNED- s’estructura en el següents capítols:
Velles qüestions, nous problemes
Els valencians del segle XXI: nous i distints
Uns altres temps, una altra Europa
Un país d’esquerres?
Un estat del Benestar insuficient en un context advers
Els límits del territori
De diàlegs pertinents
Es tracta d’una reflexió d’ample abast sobre els canvis i les transformacions que ha experimentat el nostre país, que insereix l’anàlisi de la realitat immediata en un context estatal, europeu i global.
Arrepleguem ací algunes cites dels dos últims capítols, per la seua pertinència en l’actual context de “justificació” per part del poder del caos urbanístic a nivell de país i l’”obertura” de diàleg per a plantejar un futur sostenible consensuat –això diu el Molt Honorable-, i també en el context més immediat de moviment temptatori de l’Ajuntament de Paiporta de fer grans mossegades al terme municipal, enganxant-se a la modificació del Pla General d’Ordenació Urbana de la ciutat de València i a altres iniciatives de la Conselleria del ram (noves vies de comunicació, tramvia comarcal, etc.)
Les cites arreplegades, en moltes ocasions, no necessiten cap “adaptació” per a adquirir significat a nivell local, tot i que el referent inicial és, generalment, el conjunt del País Valencià.
Els límits del territori
“Quasi sempre s’ha transitat per camins semblants: primer s’alerta de la gravetat de determinats processos des d’àmbits científics i acadèmics, després els mitjans de comunicació se’n fan ressò, més tard l’opinió pública comença a percebre de forma majoritària els efectes indesitjables de determinades dinàmiques i finalment aquestes qüestions s’incorporen a l’agenda política. Nosaltres hem iniciat aquest camí en data recent [...] , però creiem que encara és possible reconduir unes males pràctiques els efectes territorials de les quals no poden mantenir-se per molt de temps” (pg. 242)
“Cultura territorial, context i percepció social majoritària són condició necessària per a l’aplicació d’una gestió sostenible del territori” (pg. 243)
“Els amplis espais litorals, afectats per l’activitat turística i residencial, evidencien amb major intensitat, si és possible, l’impacte negatiu al territori dels processos de creixement desordenat, inspirats en un anacrònic model “desarrollista”, profundament depredador, que durant dècades ha ignorat el territori en les seues estratègies. La banalització i degradació de paisatges rurals i deteriorament d’ecosistemes d’alt interés són de tal calibre que de fa temps sobrepassa el límit del raonable.” (pg.245)
“Dels espais periurbans destaca el procés de ràpida desaparició de les Hortes històriques [...] Aquests paisatges culturals de gran valor són elements d’identitat que reuneixen segles d’història de les cultures [...] el traçat de grans infraestructures [...] acceleraran el seu procés de desaparició. pgs. 245-6)
“En definitiva, la millor cohesió territorial [...] exigeix una millor coordinació entre plans territorials de les administracions comunitària, central, regional i local i entre els principals plans sectorials de gran impacte territorial. Són garantia d’un bon govern del territori.” (pg. 247)
“Instal·lats entre la desmesura de projectes bengala i el gust per l’efímer, no hem estat prou atents a uns canvis que tenen escala global [...] estem al principi d’una nova etapa que ve definida per l’esgotament d’un model econòmic que ha reportat extraordinaris beneficis col·lectius, però que ja no pot prolongar-se molt de temps. Estem en el final d’un model que marca l’inici de nous escenaris amb futur incert. Futur que hauria de ser objecte de necessaris consensos bàsics entre els diversos actors polítics, econòmics i socials. Consensos bàsics entorn de dos o tres objectius ben definits i pensant en un horitzó temporal dels pròxims vint anys. Una de les qüestions bàsiques que haurien d’abordar-se sense demora guarda relació amb el Model Territorial i amb el govern del territori. [...] Estem instal·lats en un model de creixement tan insostenible com irresponsable [...]” (pg. 249)
“Centenars d’iniciatives puntuals en l’escala local, en absència d’un model territorial a escala regional i de plans territorials subregionals [...] han exacerbat fins a límits d’absoluta irracionalitat pràctiques d’ocupació desordenada del territori on l’especulació i la corrupció hi són l’única guia.” (pg. 250)
“[...] comencem a veure algunes conseqüències indesitjables del procés incontrolat d’urbanització dispersa: a) consum desordenat del sòl; b) allunyament [...] d’un model de “ciutat compacta” més sostenible; c) increment exacerbat de la mobilitat i del consum d’energia; d) banalització i degradació de referents paisagístics i culturals; e) saturació i pèrdua de qualitat territorial; f) pèrdua de competitivitat i de cohesió territorial per la “fugida” de capitals procedents d’altres sectors cap a la construcció; g) dificultats per a molts municipis que ja han d’atendre despeses creixents derivades del model d’urbanització dispersa amb ingressos decreixents i en termes municipals “a curull”; h) increment de la inseguretat ciutadana; i) [...]” (pg. 251)
“Mai s’ha parlat tant de corrupció difusa en relació a l’urbanisme des de l’inici de la transició democràtica i mai hi ha hagut tanta espessa opacitat en el processos de presa de decisions relacionats amb la urbanització. [...] És com si s’hagués produït una certa tornada al passat [...] per endisar-nos en el terreny indesitjable, per antidemocràtic, de la “mala política”, del “capitalisme de casino”. Aquell en què grans projectes que modifiquen substancialment els usos del sòl a centenars de municipis responen a acords previs, legitimats legalment a posteriori, entre promotors i representants polítics locals o regionals en converses privades, aquell en què els interessos generals són marginats o ignorats. Aquell en què el territori és entés tan sols com a actiu financer i com a recurs explotable i no com referent identitari i cultural. Aquell en que preval el curt termini del cicle polític de quaranta-vuit mesos que hi ha entre cada convocatòria electoral. Aquell en que la discrecionalitat preval sobre la seguretat i la participació democràtica de tots els actors implicats i afectats. Aquell en que són els gabinets de les empreses promotores els que realment van donant forma als processos d’urbanització. Aquell en que la política territorial segueix als diners, i no a l’inrevés, com ha de passar en democràcia. Aquell en que el territori es consumeix a grans mossos dispersos, amb el resultat final de centenars d’actuacions tan incoherents i irracionals com insostenibles. Aquell en que s’insisteix en creixement i no en desenvolupament, en quantitat i no en qualitat.” (pg.253)
“Molts ajuntaments, sense cap distinció de color polític, pugnen per presentar desenes d’iniciatives que van des de la irracionalitat al pur disbarat [...] al marge dels Plans General. De vegades encara que no estiga esgotat el sol programat en el Pla o encara que el Pla General haja sigut aprovat fa escassos sis mesos. I alguns impliquen duplicar o triplicar la seua població actual [...] En tots els casos [...] s’ha esdevingut que ara el sol està monopolitzat en mans d’un nombre reduït d’agents urbanitzadors que especulen, controlen el procés i el ritme d’urbanització i condicionen i distorsionen extraordinàriament la vida política local i regional. Entre aquests casos d’agents urbanitzadors, dos dels més importants són les dues principals Caixes d’Estalvis valencianes que també s’han estimat més lliscar per la senda còmoda però sense futur de l’especulació.” (pg. 255)
“Tanmateix les coses es poden fer d’una altra manera. Fins i tot es poden fer raonablement bé. [...] Plans Territorials impulsats per l’actual govern de la Generalitat de Catalunya [...] Pla Territorial Insular de Menorca o [...] Pla d’Ordenació del Litoral de Cantàbria [...] El territori és molt més que un recurs o un suport físic [...] és cultura, és referent identitari, és patrimoni, és bé públic és espai de solidaritat i és llegat. [...] Les actuals dinàmiques territorials comprometen el benestar col·lectiu i condicionen el de futures generacions [...] que no poden votar [...] la qual cosa ens condueix de forma indefugible al debat sobre el concepte de democràcia insuficient. Perquè en matèria de política territorial la majoria aritmètica en parlaments no és suficient. Disposen de la majoria necessària però no tenen la legitimitat moral suficient. Per això el govern del territori ha de situar-se al centre del debat com a objectiu polític estratègic. Entenent per polític, ciutadà. És a dir, una qüestió que competeix a tothom i no sols a polítics o a experts. Cal exigir més informació, major participació en la presa de decisions i més respecte col·lectiu i generacional. Més democràcia, al capdavall. Per això el debat ciutadà entorn d’aquestes qüestions és tan necessari com inajornable. [...] mentre [...] no es dispose d’un Model Territorial consensual [...] mentre no es dispose de Plans Territorials a escala subregional [...] mentre no es resolga d’una altra manera el finançament dels ajuntaments (i probablement dels partits), cal fer possible que avance el debat ciutadà, fent d’aquesta qüestió una qüestió política i exigint en cada nivell, en especial en l’escala local, més prudència, més responsabilitat, unes altres pràctiques i una altra forma de governar quan del territori es tracta. Fins que siguem capaços de situar aquest problema com un problema de la majoria. Fins que siguem capaços de consolidar una altra cultura del territori.” (pgs. 256-7)
“[...] no hi ha cap diferència entre la política urbanística [...] de dreta i d’esquerra [...] Com explicar-ho? Doncs perquè hi ha un context social en què propostes d’urbanització insostenibles estan socialment legitimades per la majoria i gaudeixen d’un ampli consens social. [...] El context local sol aïllar en molts casos els grups minoritaris o més conscienciats que defensen uns altres valors. [...] Els propietaris i el conjunt del “bloc immobiliari” no són qüestionats, i tampoc les seues pràctiques, per la majoria” (pg. 261)
“[...] amb escasses i honroses excepcions són els governs (locals i autonòmic) els que moltes vegades segueixen les iniciatives dels promotors, i no al contrari com ha de ser en la democràcia. [...] els autèntics planificadors del territori són els promotors i els gabinets de planificació de les empreses immobiliàries i no els representants públics i els seus equips tècnics. [...] De la devastació de paisatges culturals que simbolitzen la memòria col·lectiva, dels problemes d’abastiment [...], de les dificultats per fer front a la recollida de residus, de l’energia, de la provisió de serveis públics, dels problemes de seguretat associats al model d’urbanització dispersa, de les dificultats pressupostàries a mitjà termini per fer front a l’increment de despeses quan ja no hi haurà territori per vendre, de tot això no se n’ocupa ningú. Preval el curt termini en un context majoritàriament propici que a penes va més enllà del ‘és bo per al poble’ o ‘crea llocs de treball’. Hi ha qui al·ludeix al ‘progrés’ [...]” (pgs. 262-3)
“[...] en algun moment [...] hauria de ser factible trobar un equilibri entre opinió pública i espais de decisió política. En algun moment, i pensem que ara s’inicia el procés, l’opinió pública majoritària acabarà rebutjant determinades ‘males pràctiques’ que encara no són percebudes com a tals. Per això és molt important insistir en la necessitat d’un debat públic sobre el nostre Model Territorial. Sobre com volem ser d’aquí a vint anys i què hem de fer per aconseguir-ho. Per això insistim en la necessitat de reflexionar sobre la importància de contribuir a fer madurar contextos específics encara adversos i, d’una altra banda, en la importància de la capacitat de lideratge i de consens de les elits polítiques per reconduir processos complexos que en el cas del territori solen tenir conseqüències irreversibles” (pgs. 263-4)
De diàlegs pertinents
“Gairebé res no és igual que trenta anys enrere. [...] Avui la conjuntura econòmica i l’estabilitat política inviten a la continuïtat. [...] el risc no rau tant en no saber on anem com a prendre un camí equivocat. Aquesta és la qüestió: en els temps de canvi accelerat i futur incert, no és irrellevant el camí que es trie. Seleccionar i impulsar alguns objectius col·lectius sembla, en qualsevol cas mecanisme adequat si ho són, o siga si són participats per la societat en el seu conjunt. [...] hi ha diàlegs pertinents per iniciar sobre les nostres debilitats, fortaleses i potencialitats. Diàlegs [...] que podrien generar consensos bàsics per desenvolupar polítiques públiques i recolzar iniciatives privades. No parlem, és clar, d’un programa electoral. La gestió dels mateixos problemes des de perspectives distintes és quelcom inherent a la governació d’una societat democràtica. [...] en la democràcia actual cal fer un esforç de transparència i participació. [...] governar avui és més difícil que fa un quart de segle i el projectes no troben la seua legitimitat perquè l’encerten, sinó pe la participació que impliquen. [...] un bon punt de partida per l’elaboració de les polítiques públiques rauria en la implicació dels diferents actors a partir d’alguns principis inspiradors. L’establiment de fòrums i mecanismes de participació en el processos de presa de decisions ...” (pgs. 265-7).
El model productiu: una de les febleses
“[...] necessitat d’incrementar el nostre capital humà [...] formació, competitivitat i ocupació són pilars indestriables en la societat del coneixement. [...] aquesta qüestió és vital per al futur de la societat valenciana. Un objectiu estratègic que reclama consensos bàsics. [...] La formació i l’aprenentatge permanents s’han convertit fa ja molt de temps en un dels pilars bàsics en l’estratègia de creació d’ocupació en la Unió Europea. Nosaltres hem de fer el mateix. [...] També hem de revisar a fons la nostra estructura d’oferta formativa. Existeix massa descoordinació, fragmentació i escassa eficàcia en la utilització dels recursos disponibles entre els subsistemes de formació professional regulada, de formació de persones adultes i de formació contínua.” (pgs. 268-72)
“[...] si hi ha un àmbit on cal exercir el diàleg és en el de la cohesió social. Al cap i a la fi, tot l’Estat del Benestar és fruit d’un gran pacte social implícit, entre joves i vells, entre actius i aturats, entre rics i pobres... És la societat la que valora en última instància quanta cohesió vol i a quin preu” (pg. 273)
“[...] si van ser els sindicats els qui més van impulsar durant la transició l’Estat del Benestar en funció dels interessos dels treballadors, hem constatat l’ascens a categoria d’actor social d’altres grups als quals aquest vestit els pot anar estret. Fóra el cas d’unes classes mitjanes sobre les que recau el major esforç fiscal i que senten excessiva pressió fiscal a canvi d’una qualitat en els serveis que bé podrien millorar si fossen proveïts pel mercat” (pg. 274)
“Situacions noves que pressionen les costures del vestit assistencial. Ens referim a canvis que sí que alteren l’actual model sense qüestionar-lo. Per exemple, l’àmbit que deixa a la família és enorme. Doncs bé, dos canvis de caire demogràfic i social que hom pot preveure l’afectaran directament. En un sistema en que la família té un paper subsidiari amplíssim, l’envelliment poblacional i la presència de la dona en els mercats laborals plantegen un problema de llarg abast i cada vegada més visible. [...] De seguir el ritme d’envelliment , el problema és ardu i la societat exigirà solucions.” (pgs. 274-5)
“La presència d’immigrants és cada vegada més gran entre nosaltres [...] Hem destacat la seua presència i aportació al creixement del nostre PIB, la seua implicació en el nostre model de desenvolupament i en definitiva la seua necessitat i inevitabilitat. Però també hem apuntat els problemes que generen en àmbits convivencials perquè no és fàcil assumir la multiculturalitat i menys els efectes menors, però evidents, sobre l’increment i novetat de la delinqüència. [...] la imatge distorsionada que suposa el drama de les pasteres i barques ha instal·lat el neguit quan no el vertigen en molta gent a qui se li imposa abans el que perceben com a invasió descontrolada, que les causes de tan perillosa aventura. I els partits polítics no han contribuït a serenar l’inevitable i més que pertinent debat respecte d’això.” (pgs. 276-7)
“No és fàcil gestionar la diversitat i el multiculturalisme. No ho ha estat en països europeus desenvolupats que ho van viure molt abans i als que les segones i terceres generacions d’immigrants han sorprés amb esclats d’ira imprevistos. Raó de més perquè alguns dels aspectes bàsics en la dita gestió, hagen de comptar amb la ratificació més àmplia possible i que queden, per això, fora de l’agenda de l’enfrontament partidista. En aquesta línia, recentment, el Fòrum Social de les Migracions ...” (pg. 278)
Un Model Territorial ¿per a quin model de país?
“Fóra aconsellable iniciar un ambiciós debat col·lectiu sobre el model territorial. Fóra molt convenient assolir un ampli consens assentat en [...] una concepció estratègica basada en la nova cultura del territori demanda de les orientacions de l’Estratègia Territorial Europea. [...] Ens juguem molt en això i sembla raonable apostar per un diàleg social imprescindible entorn d’una qüestió central: com volem ser d’aquí a vint anys, quins camins ens convé transitar i què hem de fer per ajudar a construir un escenari desitjable que, en allò bàsic, hauria de ser consensual encara que lògicament permeta ampli marge al desenvolupament i aplicació de polítiques públiques diferents en funció de les majories democràtiques resultants en cada cas.” (pg. 280)
“Correspon a un nou estil de planificació territorial [...] un procés obert i consensual [...] Un Model Territorial que traçàs un horitzó desitjableper al 2020 hauria de [...]: [...] Incorporar element clau com ara cooperació institucional, desenvolupament local, benestar social, promoció econòmica, desenvolupament i cohesió territorial. Partir de l’aplicació del principi d’equitat, entre territoris, entre persones i entre generacions, tot entenent el territori com a suport físic i com a recurs, però també com a referent identitari, com a paisatge cultural, com a bé públic, com a llegat i com a espai de solidaritat. Mostrar preferència per desenvolupar un sistema urbà equilibrat i policèntric. [...] Un model territorial [...] El seu principal punt fort rau en el mètode mateix d’elaboració, discussió i, si és el cas, aprovació consensual, primer per una àmplia xarxa d’actors socials presents al territori i finalment pels diferents representants democràtics presents al parlament regional” (pgs. 281-3)
“Naturalment, tot l’anterior no té sentit si no es disposa d’una certa idea global del model de país que volem. Si tenim clar on volem arribar és molt més senzill, i segur, triar el camí que cal prendre” (pg. 283)
Més protagonisme per als governs locals“[...] gran part de les decisions que s’adopten en l’escala municipal en matèria d’urbanisme descansa en la necessitat d’obtenir finançament a curt termini per atendre creixents augments de la despesa. [...] L’administració local continua esperant la seua particular transició i acomodament en el nou Estat Autonòmic” (pg. 285)
“[...] cal avançar en la creació de fórmules de cooperació municipal que, des de la voluntarietat, millore la dimensió reduïnt l’excessiu grau de minifundisme institucional existent [...] hauria de promoure’s una llei de finançament d’àrees metropolitanes que contribuesca a solucionar un dels greus problemes que afligeix a les ‘ciutats reals’ [...] escometre una següent fase de transferència de poder polític des de l’àmbit central i aotonòmic a l’escala local amb l’objectiu d’assolir gradualment una distribució de la despesa pública que s’aproxime al 40% (govern central), 30% (Comunitats Autònomes), 30% administració local.” (pg. 286)
El govern de les regions urbanes
“[...] No es disposa d’indicadors fiables [...] tampoc de marc jurídic adequat [...] Però, sobre tot, no hi ha tradició ni cultura política de cooperació i aquesta circumstància és probablement el major entrebanc per desenvolupar noves formes de governança democràtica en regions urbanes i metropolitanes” “El resultat hi és l’existència de profusió d’iniciatives [...] a l’escala municipal respectiva –i per tant des de l’escala inadequada- Plans Estratègics i Programes mobilitzadors. Moltes vegades les dites iniciatives no superen el nivell de document que adopta la ‘nova retòrica territorial’ [...]”( pg. 287)
“[...] no sembla aconsellable apostar pe rla creació futura de figures político administratives de govern (rígides i limitades per definició) en l’escala metropolitana per governar [...] En l’actual context global, els territoris han de trobar el seu acomodament i encaix propis. Instal·lats en una nova generació de polítiques públiques (iniciatives estratègiques, promoció econòmica, gestió prudent del territori, reducció de l’exclusió) les solucions organitzatives ‘tradicionals’ centrades en la provisió més eficient de gestió de residus, , transport, cicle de l’aigua i, si és el cas, planificació urbanística, també han quedat obsoletes o són insuficients. Ens trobem, fet i fet, amb problemes d’escala o delimitació i amb la necessitat de superar els enfocaments tradicionals del govern gerencial o burocràtic. [...]cal fer-se altres pregruntes relacionades amb el futur de les Regions Urbanes al País Valencià. En primer lloc, si les noves formes de governança i de ‘dret tou’ poden superar les formes tradicionals de governs metropolitans. La resposta en aquest cas ha de ser afirmativa [...] En segon lloc cal preguntar-se quin paper queda reservat a l’espai públic, a l’esfera privada o al tercer sector. Aquí se sosté que l’espai públic continuarà sent essencial i insusbstituïble en les noves formes de governança democràtica [...] tret d’excepcions, el lideratge en aquests processos i formes diverses de cooperació estratègica correspon a l’esfera pública.” (pgs. 288-90)
“Espanya ha ‘cremat’ una etapa tradicional de governs metropolitans sense que s’hagen pogut desenvolupar per falta d’’espai institucional’ a causa en gran part de l’excés de zel de velles administracions (locals i provincials) i,sobretot, dels nous governs i parlament regionals. [...] Fóra possible que Espanya s’incorporàs a aquesta nova etapa de governança democràtica que és ben visible en altres països d’Europa? Segons la nostra opinió depén del fet que es donen noves condicions que sens dubte vindran determinades per: a) la profunditat en què es produesquen canvis rellevants en l’àmbit de la cultura de la cooperació; b) l’existència d’incentius que afavoresquen o propicien formes flexibles i voluntàries de cooperació tant en el nivell de govern central regional, com en l’escala regional-local; c) l’existència de lideratges polítics dels actors principals, en especial des de l’escala regional per induir, incentivar, formes flexibles i voluntàries de cooperació multinivell i de partenariat i d) la capacitat per proposar projectes mobilitzadors d’escala metropolitana.” (pg. 291)
“La reforma de l’Estatut d’Autonomia pogué haver estat una excel·lent ocasió per imaginar nous camins per al govern de les regions urbanes, però no ha estat així” (pg. 292)
Governar la complexitat: millorar la coordinació i la cooperació
“Hem d’acostumar-nos a viure en entorns institucionals en què les coses són menys senzilles i la presa de decisions més laboriosa i no exempta de conflictes. [...] La democràcia s’entén d’una altra manera, més participada, més pròxima. [...] ens trobem en ple procés de transició des de formes tradicionals de govern gerencial a formes de govern relacional que ha de ser capaces de liderar una nova generació de polítiques públiques”
“I un problema complex no es resol amb propostes simples”

dijous, 17 de juliol del 2008

Redes sociales en la web 2.0

En tecnología politicamente incorrecta, encuentro estos artículos que me parecen interesantes sobre las resdes sociales en la web 2.0
En realidad habla de internet como medio de conocimiento, divulgación, organización, coordinación y cambio propuestos por las "personas normales" que hasta hace poco no tenían acceso a la red.

"Niveles sociales en la web 2.0:

Nivel 1. Informativo: Yo usuario me informo sobre los temas que me interesan
Nivel 2. Asociativo. Yo usuario me agrupo para intercambiar información y actividades alrededor de un tema que me afecta o interesa
Nivel 3. Activista. Yo usuario con otros usuarios agrupados lanzo iniciativas para transformar la sociedad que me rodea
Nivel 4. Político. Yo usuario con otros usuarios promuevo cambios en la forma de legislar o gobernar alrededor del tema/s que me interesan.

Anteriormente a la difusión de la web (y de la web 2.0) pasar a los niveles 2, 3 y 4 requería de grandes inversiones y de una cooperación local estrecha. La web ha reducido esas barreras y por tanto la población de organizaciones en los niveles 2,3 y 4 se verá incrementada de forma radical.
Las redes sociales, que hoy están pobladas mayortitariamente por tecnoafines, se verán pobladas en poco tiempo (depende de la popularización del acceso a la red) por personas 'normales' que serán los usuarios mayoritarios de esas nuevas organizaciones."

Y después, en otro artículo se pregunta sobre las consecuencias de la entrada en la web de personas no tecnoafines y dice:
"Que consecuencias tiene que las personas no tecnoafines entren en las redes sociales, y pueblen los niveles 2, 3 y 4 de organizaciones que quieran alterar el statu quo actual.Y como se verán alterados desde los clubes hasta los propios partidos políticos.
La popularización del acceso a internet no solo altera la forma de trabajar, sino también, a corto plazo alterará la forma de gobernarnos.De hecho, que las elecciones sean con votos en papel, igual que en el siglo XIX es un anacronismo, y que se vote solo cada 4 años lo mismo."

Finalmente se cuestiona qué ocurrirá cuando los internautas pasen de los 7 millones actuales a 15 ó 25 y dice:
"Cuando el número de internautas de España HABITUALES, que ahora están en torno a 7 Millones, sean 15 o 25 millones, las personas no tecnoafines serán una parte muy importante de las redes sociales, y su preocupación no será el último gadget, ni la última tecnología sino que serán más proximas a las que reflejan los estudios del INE. Estamos ahora en el mismo efecto que cuando se comenzaron a popularizar los móviles, inicialmente se consideraron un artículo de snobs (hace ya años verdad :-D) ahora son de cualquiera y especialmente los jóvenes.Los primeros impactos los veremos en movilizaciones de nivel 3 y 4 (ver anterior post ) alrededor de causas relacionadas con la tecnología, pero el resto irán escalando a medida que el número de personas crezca.En paralelo los poderes establecidos que verán las barbas de su vecino cortar intentarán regular estos accesos para 'controlar' esta 'anarquía'. o si no que son estas noticias, Francia, UE, mas de la UE, etc, poned en comentarios otras por favor"
** Definición en wikipedia de web 2.0: El término Web 2.0 fue acuñado por Tim O'Reilly en 2004 para referirse a una segunda generación de Web basada en comunidades de usuarios y una gama especial de servicios, como las redes sociales, los blogs, los wikis o las folcsonomías, que fomentan la colaboración y el intercambio ágil de información entre los usuarios.

divendres, 4 de juliol del 2008

Diu Josep Ramoneda - Paco F.

Diu Josep Ramoneda en l’article “¿Hay una vía a la izquierda?”

“La dreta desitja més poder per als poderosos i més diners per als rics. Això dóna un ampli camp d’acció a l’esquerra: la defensa de l’estat de benestar, els drets civils, la privacitat, la renda bàsica ...”

Eixa entrada de l’article – que en el seu conjunt resulta suggeridor i ens aporta referències de diversos autors: Axel Honneth, Kwame Appiah, Avishai Margalit, etc.- em planteja esta reflexió:

els milions de vots dels partits de la dreta, ¿són bobos, o masoquistes? ¿volen que els poderosos (els altres, perquè és fàcil d’entendre que no n’hi ha una desena de milions de “poderosos” entre els quals s’hi puguen comptar) ho siguen més?

Sembla ofensiu per a tant votant de dretes. Potser caldria formular la qüestió en altres termes: potser eixos votants entenen que “esta manera d’organitzar-nos” genera uns “poderosos” que ells comprenen, que “podrien ser ells mateixos”, i pensen que ells farien el mateix si estigueren en el seu lloc, que és la manera “natural” de ser de les coses; i potser senten que, com a persones individuals, no els va gens malament amb eixa manera d’organitzar-se.

No crec que es puga afirmar, sense més, que tots els votants de dretes pensen que cal acabar amb l’Estat del Benestar. Segurament, tant en la dreta com en l’esquerra, la majoria del personal no concloem els fils argumentals, i en lloc de fer-ho ens parem en el punt d’eixe fil que ens reconforta i ens fa sentir-nos en sintonia amb la marxa del món, amb la marxa del món que cadascú de nosaltres percebem. I si estem “en sintonia”, per a què seguir els arguments més enllà?

Dos exemples possibles de fils argumentals incomplets i interromputs:

Estat de benestar --> augment del camp d’intervenció pública --> augment de costos públics --> ineficàcia del sector públic --> augment d’impostos --> a mi em resulta més satisfactori triar prestacions i gestor. I punt. Cap derivació del raonament cap a la consegüent minva de solidaritat.
Estat del Benestar --> solidaritat social --> augment del camp d’intervenció pública (minoració del camp d’actuació del mercat) --> augment d’impostos --> “que paguen els rics i els defraudadors” --> jo no ho soc --> jo i altres molts eixirem guanyant. I punt, també. Es defugen les implicacions reals sobre la pressió fiscal de les “classes mitjanes”.

Si raonar en els termes adequats i comptar amb el coneixement necessari fora fàcil, altre gall ens cantaria. Però les coses són com són i les dificultats només es superen amb molt d’esforç, i de vegades ni així.

¿Pot l’esquerra atribuir-se la “visió científica” de la realitat i sentenciar que la dreta té una falsa consciència? ¿Serà tan fàcil com dir que els ciutadans que “comprenen” els poderosos, els especuladors, els “famosillos” corruptes i altra fauna semblant no lliguen l’animal que tots portem a l’interior? ¿Es pot resumir la civilització en l’intent multisecular de dominar eixe “animal”? ¿Es pot establir una relació biunívoca entre “esquerra” i “tasca civilitzadora”? ¿Són tan simples les coses?

Tot fa pensar que no. La història del recentment tancat segle XX n’ofereix nombroses mostres.

Els mortals comuns, cadascun de nosaltres que no estem prou cultivats ni estem en contacte amb les novetats teòriques, haurem de continuar fent un esforç considerable per valorar el caràcter de progrés o d’involució que cada mesura o activitat concreta suposa en el nostre entorn. Però, no hem d’enganyar-nos, els autors d’articles d’opinió també podrien ser un poc més rigorosos i treballar amb més matisos. Ens ajudarien més.

divendres, 20 de juny del 2008

¿Hay una vía a la izquierda?

La derecha desea más poder para los poderosos y más dinero para los ricos. Eso da un amplio campo de acción a la izquierda: la defensa del Estado de bienestar, los derechos civiles, la privacidad, la renta básica...
Josep Ramoneda - El País, 20 de junio de 2008
La buena sociedad. "La buena sociedad es aquella en que el entorno social y político permite a los individuos desarrollar una identidad autónoma o una relación positiva consigo mismos". La frase es de Axel Honneth, quizás la voz más interesante que tiene hoy la vieja Escuela de Frankfurt. O sea, que en la buena sociedad los ciudadanos deben poder ser lo que quieran ser, sin pasar por las experiencias dolorosas del desprecio y de la negación del reconocimiento.
Los partidos de izquierdas se siguen llamando socialistas cuando a los ojos de la mayoría de los ciudadanos esta palabra representa hoy una idea de sociedad que ni es viable ni es siquiera deseable. Lo primero que tiene que hacer la izquierda, si quiere renovarse, es saber explicar en qué tipo de sociedad piensa. La definición de Honneth me parece un buen punto de partida que pone el énfasis en la plena realización personal. Como recuerda otro filósofo, Kwame Appiah, el cosmopolitismo moderno se basa en que "cada individuo lleva la carga de la responsabilidad definitiva de su propia vida", es decir, de autogobernarse. Crear las condiciones para que esto sea posible y asegurar que seguimos siendo una sola humanidad, debe ser el ideal regulador de las políticas de izquierdas. Dice Avishai Margalit que una sociedad decente es aquella en la que las instituciones no humillan a los ciudadanos. La tarea de la izquierda empieza por aquí: por gobernar para el reconocimiento de todos y con el respeto para todos que exige la más elemental noción de servicio público.
- El liderazgo del cambio. La idea de izquierda sólo tiene sentido si va unida a la idea de progreso y cambio social. La izquierda se vuelve conservadora cuando pierde el pulso del sentido de la historia y siente pánico ante los cambios tecnológicos y científicos. Responde reactivamente y, a menudo, confunde frenarlos con gobernarlos. De modo que la izquierda necesita saber dónde está el progreso, en un doble sentido: ¿qué cambio social es el que nos acerca más a la idea de sociedad que opera como idea regulativa? ¿Cuáles son los agentes sociales de este cambio? La izquierda no puede confundir los instrumentos con los fines. El crecimiento o la competitividad pueden ser el horizonte ideológico insuperable para la derecha, no para la izquierda. La izquierda tiene que preguntarse: crecimiento, ¿para qué?; competitividad, ¿para qué?
La estructura social ha cambiado mucho. Hemos asistido al declive de la noción de clase como factor identitario. Al mismo tiempo, la clase obrera ha dejado de ser una fuerza homogénea capaz de actuar como motor del cambio social. Las mutaciones del capitalismo han pillado a la izquierda a contrapié. Y ésta se mueve hoy en un terreno doblemente ambiguo. En lo social, siente que su suelo es movedizo: las élites urbanas más preparadas para las exigencias del progreso le abandonan a menudo. En lo ideológico, se mueve entre la aceptación incondicional del paradigma liberal y la defensa de su herencia más sólida: el Estado de bienestar. Construir una vía nueva a partir de estas dos bases significa recuperar la iniciativa del cambio, sintonizando con los sectores sociales que pueden devolver a la política la capacidad normativa que ahora está en manos del dinero.
- El reconocimiento. Si el ideal es la plena autonomía del individuo, el reconocimiento debe sustituir a la lógica de la política asistencial. La asistencia es unidireccional, el reconocimiento es transitivo y mutuo y exige políticamente el compromiso de luchar contra todo aquello que obstaculiza la autorrealización individual, es decir, contra los abusos de poder, tanto en las relaciones entre ciudadanos como en las relaciones de los ciudadanos con el Estado y las instituciones.
Las políticas de reconocimiento son esenciales para la izquierda: de ahí la importancia de la ley de matrimonios homosexuales, la legislación de género o las regulaciones masivas de inmigrantes, tres ejemplos del tipo de decisiones de los que la izquierda no se debería avergonzar nunca.
La izquierda ha buscado siempre la manera de encontrar equilibrios sostenibles entre Estado, trabajo y capital. Pero esta contracción del espacio y aceleración del tiempo que llamamos globalización ha generado una sensación extendida de vulnerabilidad, fruto de un desplazamiento masivo de dinero, mercancías, ideas y, en menor medida, personas a través del mundo. Reconocer al ciudadano su derecho a ser como quiera es otorgarle un cierto amparo tanto ante los vértigos de cambio como ante los intentos comunitaristas de determinar su identidad por la vía de la pertenencia a un grupo. Es cierto que la izquierda ha tenido dificultades para entender la complejidad de la economía humana del deseo y, por tanto, para decodificar fenómenos como los nacionalismos o las religiones. También en este terreno tienen que ser efectivas las políticas de reconocimiento, sobre la base del pluralismo y de la crítica a la fractura multiculturalista. Pero la izquierda tendrá siempre inevitablemente una dimensión cosmopolita.
- La radicalidad democrática. Anthony Giddens plantea la renovación de la tercera vía del laborismo inglés a partir de la idea de seguridad. Naturalmente, la sensación de vulnerabilidad que amenaza hoy las distintas condiciones de un ciudadano de identidad polivalente, requiere políticas de seguridad. Pero la izquierda no puede caer en la trampa de explotar el miedo de los ciudadanos convirtiendo la seguridad en ideología como hace la derecha. La seguridad forma parte de las condiciones de desarrollo de una vida autónoma. Y, por tanto, no puede reducirse a la seguridad en sentido policial y militar. Se necesita seguridad jurídica, en el trabajo, para moverse, para asociarse, para la libre expresión, es decir, seguridad de que hay un marco de garantías comunes. La seguridad no puede ser la coartada para un sistema de control social cada día más invasivo.
Años atrás, decíamos que era un régimen totalitario aquél en el que no hay espacio para lo privado. La vida privada está hoy expuesta a la visibilidad, con el consentimiento de los parlamentos democráticos, hasta tal punto que algunos teóricos hablan ya de tiempos posdemocráticos. La izquierda debe ser radical en la defensa de la democracia. Al fin y al cabo, la ley de base democrática es la mejor arma que tienen los ciudadanos para defenderse de los abusos de poder.
- La renta básica. Pero la izquierda, además, no puede abandonar la idea de justicia social. Sin ella, su razón de ser quedaría limitada, convertida en una simple vía complementaria para el proceso de selección de las élites gobernantes. De la idea de justicia social derivan los principios básicos de la tradición socialdemócrata: la igualdad política, de oportunidades, la justicia distributiva. La izquierda no puede hacer seguidismo de la derecha desacreditando el papel del Estado y convirtiendo la reducción de los impuestos en mito ideológico.
Los impuestos no son un fin, son un instrumento. La calidad de servicios y la distribución de la carga impositiva -que no puede pesar sólo sobre los asalariados- es lo que determina el sentido de una política. En este horizonte, el derecho a un mínimo social garantizado, la renta básica, parece la última defensa para que la idea de igualdad tenga todavía sentido.
- El reformismo. Desde que vivimos en un presente continuo, el pasado tiene una función estrictamente mítica y el futuro se ha desdibujado, la izquierda encuentra enormes dificultades para actuar como proyecto de renovación integradora. Cada vez acepta más resignadamente el papel de una de las dos caras de la alternancia en la sociedad democrática, como si su función fuera de actor invitado al juego de las apariencias del cambio para que nada cambie. En este principio de siglo XXI, el espejismo de las aguas tranquilas, que nos dibujaron los discursos de fin de la historia y de la posmodernidad, se ha desvanecido. Estamos en una dinámica de cambio y la izquierda debe intentar orientarla, procurando que ésta no signifique la marginación definitiva de millones de personas. Y haciendo del reconocimiento de todos y cada uno de los ciudadanos su razón política. Por eso, resulta insoportable cuando la izquierda se apunta a las políticas de humillación en materia de inmigración.
El premio Nobel de Economía Robert Solow, analizando las políticas de Reagan, decía que la derecha siempre defiende más poder para los más poderosos y más dinero para los más ricos. En la desorientación actual de la izquierda, a menudo, da la impresión de que esto mismo se podría predicar de ella. Y si seguir hablando de izquierda tiene algún sentido es precisamente para contrarestar esta tendencia. No hay que confundir liderar el cambio social con entregarse en manos de los ricos y poderosos.

divendres, 13 de juny del 2008

En record de Josep Vicent Marqués

En record d’un mestre, d’un inconformista, d’un pensador lúcid de l’idea de l’esquerra. En record de Josep Vicent Marqués, dos retrats de dos pensadors.


EL PAIS Dijous, 12/06/2008 Lletres
Elogi d’un inquiet
ADOLF BELTRAN

El millor homenatge que es pot fer a un intel·lectual desaparegut és rellegir-lo, mantindre la memòria de la seua obra i preservar-ne la fecunditat. No per a consagrar devotament les seues idees, sinó per a fer-les servir. Josep-Vicent Marqués, que va faltar la setmana passada a seixanta-cinc anys després d’un període llarg d’infortuni, ho reclama per motius consistents. La lluminària fugaç que va ser la seua trajectòria vital es va encendre com una torxa fins a consumir-lo pràcticament a una edat encara productiva i deixar-lo tornar, amb una certa crueltat, completament desvalgut després d’un gravíssim trasplantament hepàtic, a un món que havia deixat de ser el seu. Queda, no obstant això, l’evidència que hi va haver un temps en què va aplicar la seua notable intel·ligència a pensar els problemes de la nostra societat, amb una perspicàcia i una potència dialèctica colpidores.

La imatge de Marqués arrossega diversos problemes superposats, així com una successió de prejudicis i equívocs que la difuminen. Ell era roig, d’una coloració radical però no gens dogmàtica. Irònic i subversiu al mateix temps, mantenia una disposició molt característica de la millor cultura de l’esquerra sorgida després del Maig del 68, perfil que a hores d’ara pot semblar un pèl excèntric. A més a més, la seua militància antiautoritària, la brillantor dialèctica i, per què no dir ho?, la seua tendència a la dispersió, l’han fet incòmode, com si es tractara d’un producte singular dels anys de la transició democràtica que ara, des de tan lluny, resulta difícil de manejar. Tampoc el seu desastre personal dels últims anys ni la seua ineptitud per a les coses elementals de l’existència quotidiana van contribuir a fer-lo senzill. Si a tot això hi afegim la insubstancialitat general del seu espai potencial de recepció, la banalitat d’una comunitat política i social, d’un poble, al capdavall, massivament addicte a les simplificacions ideològiques i al·lèrgic a la matisació i el debat mínimament subtil, completarem la panòplia de malediccions que condemnen, no sols el sociòleg que acaba de faltar, sinó, en bona mesura, qualsevol intel·lectual valencià del nostre temps.

El fenomen que comentem, aquest autèntic drama col·lectiu de la hiperideologització del discurs públic i el seu correlat d’empobriment i esquematisme, Marqués el va qualificar com a “perplexitat” i va tractar d’abordar-lo amb ironia i bones dosis d’humor, una manera astuta d’esquivar les grandiloqüències estúpides de la propaganda identitària que s’han imposat entre els valencians. És per això que País perplex, publicat l’any 1974, apareix com el seu assaig central. Era i és un llibre important, pel que conté, però també pel que suposa d’invitació a una manera d’estar en l’esfera pública. Marqués hi abordava les “manies” dels valencians com a símptomes d’una realitat amagada, les distorsions, sovint pintoresques, en la representació de la identitat col·lectiva, com a objectes d’estudi d’un programa d’allò més refrescant. “Per què diem tantes bestieses els valencians sobre nosaltres mateixos?”, es preguntava.

L’anticatalanisme, el narcisisme prefabricat, la negació del país, el victimisme i el seu germà emfàtic el triomfalisme, la mentalitat sucursalista i els tòpics regionals desfilen per les pàgines de País perplex a partir d’una tesi original: l’existència en la ideologia dominant d’elements de “fosca consciència” i de “mala consciència”, categories totes dues d’evident inspiració sartriana. Concretament, Marqués pensava que la ideologia, entesa en la seua accepció d’acumulació d’interpretacions errònies de la realitat, juga entre nosaltres en una doble direcció: d’una banda, hi ha les tergiversacions que serveixen de “consolació” per a no adoptar actituds més actives davant les exigències de normalització del País Valencià; de l’altra, hi ha la manipulació que busca “justificar”, amb “mala fe”, mitjançant els tòpics, els prejudicis i les falsificacions històriques i culturals, una estructura determinada de poder.

En el plantejament de Marqués hi havia moltes aportacions originals, però una de les que no resultaven menors era la seua múltiple argumentació crítica, cap a la dreta valenciana i la seua monumental instrumentalització de sentiments en la societat de masses, cap al nacionalisme esquemàticament catalanista, i cap a l’esquerra majoritària, que ja aleshores apuntava la intenció d’eludir el debat identitari com una qüestió lateral massa plena de polèmiques. Tal com va destacar Rafael Castelló en la tercera edició del llibre, publicada als trenta anys de la primera, “el concepte clau de País perplex és el de fosca consciència. Un concepte que obri una porta a l’acció creativa, profètica, una porta a l’activisme nacional”.

Evitar l’autocomplaença purista i també la renúncia derrotista eren els missatges que aportava aquell llibre al moviment valencianista, tot dibuixant un camí que, si bé ho mirem, és el que han recorregut després el nacionalisme valencià i una bona part de l’esquerra, aclaparats per la brutal hegemonia d’una dreta que ha aprofitat sense escrúpols tot l’armament ideològic fabricat durant els anys clau de la batalla civil, tot l’arsenal de materials simbòlics manipulat en el període de la transició. Un camí, dic, del minoritari nacionalisme valencià i d’una part substancial de l’esquerra que els seus protagonistes han recorregut, durant els anys vuitanta i noranta, i a la primeria del segle XXI, sense la creativitat ni la lucidesa, sense el talent, que Marqués hi va esmerçar, tot i que potser sí amb una colossal perplexitat.

En allò substancial, el nostre sociòleg era un home inquiet. Dotat d’una impagable intuïció, la seua manera d’actuar en relació amb els mecanismes de formació d’una opinió pública estava marcada per un instint rebel, contestatari i crític, sempre àvid de trobar interlocutors. Potser massa confiat en la bondat intrínseca de les classes populars, herència de la seua adscripció primera a un consellisme benintencionat, el seu discurs, en aspectes com l’ecologisme, el feminisme, la crítica a la cultura patriarcal o la reivindicació valencianista, ens deia coses que avui, amb tota probabilitat, ja no volem sentir. Però, quin pot ser el paper de l’intel·lectual autèntic, amb tots els seus defectes personals i totes les seues debilitats, sinó és aquest de suggerir idees, posar en solfa prejudicis i obrir expectatives a la raó?

La de Marqués podria parèixer, en certa mesura, una pèrdua que dol, però que no té un efecte gaire intens sobre el debat polític i civil perquè, en realitat, l’havíem perdut fa molt de temps. La sensació és enganyosa i el seu retorn a l’escena per al mutis final ens ho hauria de fer veure així. Pel que fa a algunes coses, polítiques i no tant, hem perdut molt de temps, massa temps, i la clarividència s’ha convertit en un bé escàs. Ho assenyala, com un semàfor roig, l’obra d’un home que va tractar de contribuir a canviar el seu país amb un gram d’imaginació, una cullerada d’heterodòxia i un pessic de bon humor.




EL PAIS Dijous, 12/06/2008 Lletres
Pessimisme, informació
JOAN F. MIRA

El fet de viure en temps real allò que passa al món, de viure-ho en el mateix moment que els xinesos, els nord-americans, els indis o els sud-africans, és una de les grans transformacions de la nostra societat, i no és clar si es tracta d’un final o d’un inici. Les notícies ens arriben brutalment en qualsevol moment del dia, per la premsa, per la televisió, per Internet: un riu constant d’informacions amb les quals s’alimenta la imaginació i fins i tot els models i les maneres de viure. A la primeria del segle XIX, la notícia de la retirada francesa de Moscou, principi de la fi de l’imperi napoleònic i inici d’una nova època a Europa, va arribar a París setmanes més tard. A la primeria del segle XXI arribaria en un segon, i no hi hauria temps per a digerir-la, acompanyada de tantes altres de la mateixa hora i el mateix minut. Però no són només les notícies remotes o polítiques, són també les que afecten la vida quotidiana: els diaris i els telenotícies ens informen amb puntualitat de l’augment dels preus del pa, dels combustibles i de l’electricitat, de la vaga de transports, de la inflació, de la sequera o la pluja. L’excés d’informació rarament mou a l’optimisme, si no és que forma part de la propaganda, com ara els progressos del circuit de la Fórmula 1 a València, o del tren d’alta velocitat, coses que ens han de fer tan feliços. La resta provoca més angoixa que calma, i anticipem amb ànsia un futur una mica pitjor: baixarà el poder adquisitiu, serà difícil pagar la hipoteca, faltarà petroli, el govern no sap què fer, els salaris dels dirigents d’empresa són escandalosos, la desigualtat no es redueix, augmenta, i el nostre sou ara ens pareix una misèria. La informació ens assetja sense pausa ni misericòrdia, ens desorienta, ens traumatitza, i cada dia és més abundant i més frustrant. Fins al punt que hem perdut la perspectiva, la capacitat de posar les coses al seu lloc en l’espai i en el temps. Hem perdut la consciència de ser, la gent dels països dits “rics”, uns privilegiats històrics. I el nostre pessimisme és una reacció de malcriats. No sé si el meu amic Josep Vicent Marqués, allà on siga, deu estar o no d’acord amb aquest article, però igualment el dedique a la seua memòria.

dijous, 1 de maig del 2008

L'esquerra

Una de les qüestions que sempre se’ns han quedat en el tinter, no per falta de ganes de discutir, sinó per falta d’interlocutors locals qualificats ideològicament en el camp dels militants dels partits de l’anomenada esquerra, és l’actualització de la definició d’esquerra en l’època actual i l’elaboració de polítiques d’esquerres o progressistes a portar endavant, per tal d’aconseguir l’objectiu de la definició acordada. Molts tenim clar que l’esquerra, com concepte social i polític, és alguna cosa més que estar “apuntat” a una determinada etiqueta que porte en la xapa les paraules socialisme o esquerra, és, més que res, una qüestió ideològica.

Per als antics marxistes, l’esquerra era l’avantguarda de la classe treballadora que portaria a les classes obreres al poder mitjançant la dictadura del proletariat (Marta Harnecker, dixit). Després del fracàs de l’experiència de l’Europa de l’Est (per molt que aquest s’explique amb motius històrics i geogràfics, de corrupció del sistema i del poc arrelament d’aquesta idea revolucionaria en els teòrics països on, segons Marx i Engels, es produiria la vertadera Revolució, els països industrialitzats, on pareix que la classe obrera s’aburgesà i, a hores d’ara, ni tan sols existeix com a tal classe), cal buscar definicions ideològiques que ens serveixquen en el nostre context històric i en el nostre espai físic.

En un anàlisi vertaderament lúcid, el sociòleg Gil Calvo opina que els partits d’esquerra no tenen cap ideologia, ja que no s’ha produït cap actualització del cos teòric, d’idees i d’ideologia d’esquerres des de Karl Marx. Per aquesta raó poques referències poden oferir a la societat actual, no hi cap doctrina a la qual acudir, ni cap objectiu ideal per a aconseguir. En canvi la dreta si que ha fet un fort rearmament ideològic, sobretot a través dels “neocons” americans, aprofundint en glosar amb persistència tots els valors conservadors: religió, família tradicional, patriotisme militant i anti-emigrants, fanatisme ideològic, violència front l’enemic (mai contrincant), utilització de mitjans públics i privats a la seua conveniència, però, sobretot, assumint totalment la falta d’escrúpols per a ser ells mateixos, sense amagar res, ni sense cap complex. El fi (manar, medrar, etc) justifica tots els mitjans (insultar, mentir, acusar, etc), siguen legals o il·legals (algunes persones amb etiqueta d’esquerra han gastat, i gasten, també aquesta màxima com guia personal).

Amb molt d’atreviment per la meua banda, llance una definició de per on ha d’anar la ideologia de l’esquerra: “aconseguir una societat més igualitària, complementada pels adjectius de justa, respectuosa i ecològica, on les generacions futures tinguen més possibilitats de viure”. No és un definició doctrinària, ni exhaustiva, fruit d’una elaboració teòrica profunda, és més una declaració d’intencions, però, ens pot servir com la definició del concepte, ara i ací, d’esquerra en aquest poble i fer-la servir per a canviar-lo. Sobre la base de la idoneïtat d’aquesta definició és per on podem començar el debat i les propostes per a aconseguir definicions més concretes i exhaustives. Crec que aquesta definició d’esquerres, o com vulguem anomenar a aquest espai de pensament, cap dins de l’ample concepte ideològic de bosc municipal que proposà Paco Ferriols, per tal d’acomplir l’objectiu pretès per aquest: “Una “zona boscosa” definida d’una manera semblant a eixa (definició anterior molt ampla) fa possible convocar i asseure en una mateixa taula persones i col·lectius pertanyents a diferents ideologies, i plantejar la col·laboració en la definició de projectes de caràcter bàsic”, ja que no és contradictòria amb altres conceptes provinents de postures de l’anomenada “dreta” municipal, sempre que hi trobem punts de confluència.

I per a aconseguir-ho, continue pensant que cal elaborar un projecte global de poble i donar un impuls des del treball directe en la pressa de decisions. Pense que el projecte el podem tindre amb molt poc de temps de discussió, ja que hi ha molt avançat en els pocs documents de treball i de compromís que s’han fet en els últims temps, especialment el Pacte per l’Educació, la Cultura i la Integració. L’exemple del treball directe també el tenim amb la praxi d’acció directa i discussió col·lectiva adoptada per la Plataforma Antenes No, que ha aconseguit influir, decisivament, en l’exercici del poder municipal. Només cal començar a treballar.

Potser estem en un camí nou de participació, per tant incert i desconegut en el nostre àmbit local, que, al mateix temps, crea suspicàcies i malentesos entre els que entenen l’exercici polític com una finalitat en sí mateix, el qual està sols a disposició dels que han estat triats per les urnes, malgrat que es presenten sense idees, ni objectius. Potser aquest camí mai serà entès per aquest tipus d’individus, la qual cosa l’únic que propicia és una pèrdua de temps i d’esforços suplementaris amb explicacions àrdues i estèrils, al temps que ens hem d’escoltar més d’una desqualificació subjectiva i insultant.

Serà hora d’anar tensant les cordes per a aconseguir una participació més directa, més efectiva i ben dirigida cap a objectius de futur. Aquest projecte de discussió sobre la definició d’esquerra és una d’elles. La corda ideològica ha d’estar ben tensada per a poder plantejar millor les propostes de solucions als problemes plantejats.

Per a obrir boca, penjarem diversos articles de persones més capacitades amb reflexions sobre el tema.

Pensar el socialismo

Levante-EMV Domingo 27 de abril de 2008


ENRIQUE HERRERAS

De la nueva etapa del gobierno de J. L. Rodríguez Zapatero, aparte de que, paradojas de la vida, los finlandeses y finlandesas nos tendrán envidia por el recién creado Ministerio de Igualdad -bueno, la igualdad es un asunto cultural y no sólo ministerial, pero bienvenido sea-, creo que habría que destacar la propuesta de que Jesús Caldera dirija una fundación a modo de un gran espacio de pensamiento permanente. Parece, como ha adelantado el propio Caldera, que se dedicará a analizar la realidad social y así dar respuestas a los problemas globales, como el cambio climático o la desigualdad. También ha señalado el ex ministro que este proyecto va en consonancia con los valores socialdemócratas del último programa electoral.

Y bien hace falta repensar el socialismo. Unido, claro, a radiografiar la realidad y los temas acuciantes, porque una cosa no quita la otra. O van unidas. Porque no es lo mismo analizar esos temas desde una perspectiva socialdemócrata, que, pongamos por caso, neoconservadora. Y, precisamente, una de las evidencias de los últimos años es que los conservadores, en contra de otras épocas, se han preocupado más por la reflexión que la izquierda en general. Ahí está, sin ir más lejos, la Fundación de Análisis y Estudios Sociales (FAES), que dirige el expresidente J. M. Aznar, y que se ha adelantado a esta iniciativa del PSOE.

Pero, como aquel que dice, nunca es tarde si la dicha es buena. Y esperemos que lo sea, porque la socialdemocracia, salvo la famosa Tercera Vía (Anthony Giddens) que propulsó a Tony Blair, va en estos momentos a contrapié. Un grave error, porque nunca hay que olvidar que la derecha es el estado natural. Innato. Por ello Gramsci planteó la necesidad de una cultura socialista. La realidad humana, decía, está arraigada, orgánica y dialécticamente, en el mundo y en la cultura. Precisamente, el problema fundamental de los países llamados de socialismo real fue que existía una formalidad socialista pero no una cultura. También los partidos de izquierdas de este lado del Telón de acero se han ido transformando más en meras maquinarias electorales y agencias de colocación que en trasmisores de ideas. O perdidos en aquel arte de la ilusión revolucionaria, reducido en demasiadas ocasiones a explicar las cosas como el escritor quisiera que fueran y no como realmente son. Mucha izquierda sigue dando más valor al poder político que al señalado progreso de una cultura. Pero el poder político es muy pobre si no se acompaña de una cultura que lo alimente, como bien se han dado cuenta en estas últimas décadas los pensadores de derecha.

Es necesario un renovado pensamiento de izquierdas para que se contraponga a la arenga cultural de la derecha moderna, la cual se está arraigando tanto en las clases altas como en las bajas. Incluso volver al debate económico, porque son los fundamentalistas quienes obvian este asunto para lanzarse a otros más emotivos.

La década de los 80 dio a luz la noción de neoconservadurismo. Nace en EE UU y se difunde posteriormente por Europa. Con este concepto me refiero a un complejo político-intelectual, un paradigma orientador de la acción práctica de las elites políticas. Más que una teoría, es una doctrina. Saben que el poder político es muy pobre si no se acompaña de una cultura que lo alimente. Por eso, el neoconservadurismo se fundamenta para implantarse en la hegemonía cultural. Se presenta como realista y responsable, lo que le inmuniza de toda discusión ideológica.

No hay que confundir el pragmatismo y posibilismo a la hora de las urnas, que debe haberlo, con la necesaria búsqueda ideas y soluciones de izquierdas que traten los grandes retos del mundo, como el derecho a la vida, como el hecho de que, hoy, millones de personas estén amenazados de muerte, por sida, tuberculosos o malaria. La izquierda es ante todo responsabilidad social y crítica constante. Pesada. Despierta. Lúcida. Racional. Solidaria.

Humareda sin fin

MANUEL S. JARDÍ ELPAIS 16/04/2008

Hay una comedia, Wag the dog, que dirigió Barry Levinson sobre un guión de Hilary Henkin y David Mamet. Aquí llegó a las pantallas con el título de La cortina de humo. La nueva oleada de demagogia a propósito del suministro de agua a la metrópoli barcelonesa aconseja urgentemente su visión para desintoxicar el ánimo, a falta de sentido común y mesura por parte de las autoridades indígenas y sus comparsas habituales. Robert de Niro y Dustin Hoffman maquinan un enredo que librará al inquilino de la Casa Blanca de los efectos devastadores de un abuso sexual. Para ello urden un montaje capaz de desviar la atención y suministrar carnaza a las masas. Será una exitosa guerra con Albania, que incluye partitura y rescate de psicópata convertido en héroe y mártir, por ese orden. Poco importa que el conflicto sea de mentira. Lo que cuenta es que el personal trague. Y aquí, traga. Esto no es Hollywood, pero la mentira y las medias verdades forman parte del código genético de la cúpula del trueno. Allá en el imperio, una guerra de ficción sirve para mostrar el cinismo de la política exterior. Aquí es todo más basto y procaz, aunque se destine igualmente al consumo interno, pues la política exterior de Camps tiene principio y fin en esa nimiedad del Comité de Regiones.

Será para amortiguar los efectos de lo que puede suponer una semana trágica para el Valencia CF -hoy frente al Getafe, el fin de semana en San Mamés-, o acaso para ocultar las sucesivas calamidades que adoquinan el día a día de Camps y los suyos, pero la guerra sobre la urgencia hídrica de Barcelona y su área metropolitana les ha caído del cielo. Ahí se ve la influencia del arzobispo y lo demás son cuentos chinos. La gestión informativa del Gobierno catalán en este trance ha sido, sin duda, desastrosa. Pero aquí, sencillamente, la información -la oficial y la paramilitar- ha sido sustituida por una nueva sobredosis de fervor patriótico e irracional, valga la redundancia. Nada tiene que ver, por supuesto, la transferencia, envío, compraventa o principio de Arquímedes entre los sobrantes tarraconenses y su destino provisional, con el imposible trasvase del Ebro hacia abajo del mapa. Ni por necesidad, destino, plazo de caducidad, coste, impacto y consecuencias. Pero Camps ya proclama que no matar de sed a los barceloneses es una humillación para los valencianos. Sobre todo, para los amantes del golf, le faltó añadir. Una humillación es la densidad de estudiantes por metro cuadrado de barracones. También la falta de medios en la sanidad pública, el abuso con la población dependiente, el estado sin bienestar de la gente mayor... o el urbanicidio que desea perpetrar en El Cabanyal Rita Barberá, alcaldesa de una ciudad donde más de la cuarta parte de su caudal hídrico se fuga por canalizaciones ruinosas. Esta guerra del agua, con su apagón informativo y la atmósfera cero reinante en una oposición cautiva y desarmada, auspiciará nuevos desmanes con todas las de la ley. La cortina de humo acaba en el último fotograma. Aquí la razón marchó sin dejar señas y la única manera de escapar a la humareda es el exilio.

El declive de la izquierda

ENRIQUE GIL CALVO ELPAIS 16/04/2008

El resultado de las pasadas elecciones españolas ha sido interpretado como una victoria de la izquierda que desmiente la creciente derechización europea: ascenso de Sarkozy, predominio de Merkel, retroceso de Gordon Brown, retorno de Berlusconi... Sólo Zapatero resistiría frente al asedio derechista, ante la previsible derrota de Barack Obama a manos del conservador McCain. Lo que vendría a demostrar, paradójicamente, que de nuevo Spain is different, como única excepción progresista a la regla de la derechización general.

Pero ¿de verdad su victoria el 9-M supuso un triunfo de la izquierda? Así lo entienden los publicistas neocon de la derecha extrema, para quienes Zapatero ha sido reelegido por una coalición radical de rojos, republicanos y separatistas. Y, en efecto, si nos fijamos en los resultados electorales, lo cierto es que los votantes centristas o moderados han abandonado al PSOE para pasarse al PP, mientras que a cambio los más izquierdistas se han decantado por apoyar a Zapatero. Es el retorno triunfal del "No pasarán", producto de la creciente polarización del electorado español, en el que los votantes de las zonas más proletarias o industrializadas (Cataluña, País Vasco, Asturias, Aragón) han acabado por imponerse a las clases medias madrileñas y provincianas.

Sin embargo, las cosas no suelen ser tan sencillas como parecen a primera vista. Aquí sucede lo mismo que pasa con el Sol, que parece moverse del este al oeste cuando en realidad está quieto, pues es la Tierra quien gira de izquierda (oeste) a derecha (este). Y a Zapatero le ocurre igual. Él no se ha movido hacia la izquierda, pues su programa electoral continúa fijo en el centro del espectro, con guiños a la derecha (regalos fiscales, repatriación de inmigrantes) y ninguna concesión a la izquierda (renuncia a revisar la ley del aborto o la financiación de la iglesia). Es verdad que la nueva composición de su electorado parece proceder en mayor medida de la izquierda del espectro: menos centristas y más tránsfugas de IU y ERC. Pero en realidad, estos trasvases de votantes lo que revelan, como en el descubrimiento copernicano de la rotación de la Tierra, es un desplazamiento del electorado hacia la derecha: muchos progresistas que antes votaban a la izquierda radical (IU y ERC) ahora han votado al centro-izquierda del PSOE; y muchos centristas moderados que antes votaron a Zapatero ahora han votado al centro-derecha de Rajoy.

En consecuencia, se ha producido un deslizamiento del conjunto del electorado desde la izquierda hacia la derecha, estimable como saldo neto en torno al 2,5% del total (que es lo que gana ésta en detrimento de aquélla). Lo que no llega a ser un landslide (corrimiento de tierras), pues no hubo vuelco electoral y la izquierda retiene el po-der. Pero sí revela una significativa derechización política, porque a pesar de haber ganado las elecciones, la izquierda sigue perdiendo electores.
De modo que tampoco España es una excepción a la regla de derechización occidental, sino que viene a confirmarla aunque sólo sea como clara tendencia.

¿De dónde procede este vendaval derechista? Las razones son muchas y complejas, y aquí sólo cabe aludir a las más significativas. El fin de la guerra fría significó la derrota irreversible del socialismo histórico, sin que hasta ahora sus bases sociales hayan podido recuperarse creando un nuevo proyecto político legitimado por un discurso innovador. Por eso la izquierda se limita a vegetar, viviendo de unas rentas ruinosas (el estéril anticapitalismo comunista) o al menos conservadoras (la defensa socialdemócrata de los derechos sociales), pues el incipiente movimiento antiglobalización aún carece de credibilidad. De ahí el éxito de la tercera vía social-liberal a lo Giddens-Blair, aquí adoptada por Zapatero, que renunciando a los valores de izquierda sólo propone una derecha con rostro humano. Y ante el vacío de la izquierda en retirada, la derecha ha podido invadir y ocupar toda la esfera del debate público sin encontrar resistencia, imponiendo sus agendas neoliberales, nacionalistas, teocráticas y neoconservadoras.
¿Por qué resulta incapaz la izquierda europea de reconstruir un nuevo programa político adaptado al siglo XXI, cuando ya hace casi veinte años que se derrumbó el socialismo real?

Existen razones estructurales que lo hacen particularmente difícil, pues explican perfectamente la progresiva desmovilización de la izquierda. Lo que Daniel Bell llamó el advenimiento de la sociedad post-industrial ha desintegrado la vieja estructura de clases (antes estratificada en redes de solidaridad colectiva alineadas a uno y otro lado del conflicto industrial entre patronos y asalariados), para fragmentarla en un mero agregado de intereses privados sólo movidos por su individualismo posesivo y consuntivo. Es el nuevo enrichissez-vous que ha convertido a los ciudadanos en competidores arribistas, liquidando su capital social y privatizando la sociedad civil. Y este desclasamiento se ha visto muy potenciado por la llamada globalización, que ha incrementado la flexibilidad laboral y la movilidad ocupacional impidiendo que se reconstruyan nuevos compromisos solidarios. Por el contrario, la llegada de trabajadores inmigrantes para ocupar los estratos inferiores de la pirámide ocupacional ha generado un sentimiento de rechazo entre los autóctonos que compiten con ellos por el acceso a los servicios públicos. En consecuencia, el concepto de "pueblo" (y el de "clases trabajadoras" o "clases populares"), al que apelaba la izquierda para movilizar la participación ciudadana, ha perdido su sentido al ser desmentido por la realidad multicultural, quedando así desvirtuado.

Ésta es la causa última de la derechización política a la que se va asistiendo en toda Europa, España incluida, elección tras elección: la descapitalización social de la izquierda, producida por efecto de la desintegración del tejido civil (redes de compañerismo, solidaridad y compromiso cívico) que trababa y cohesionaba a las clases trabajadoras, hoy más fragmentadas y divididas incluso territorialmente que nunca. Y esta progresiva debilidad de la izquierda es aprovechada y estimulada por la derecha mediante el recurso a la xenofobia, que culpa a los trabajadores inmigrantes de todos los problemas. Si en 1848 Marx podía decir que el miedo a los comunistas era el fantasma que recorría Europa, hoy ese fantasma es el de los inmigrantes: la nueva "clase peligrosa" que amenaza con dividir a la izquierda impulsándola a derechizarse. Una derechización que en España se traduce en la obsesión por adquirir viviendas en régimen de propiedad privada y en el auge de los colegios concertados, casi todos religiosos y por tanto étnicamente limpios, a los que llevan a sus hijos las familias que se dicen progresistas o incluso izquierdistas, pero que aspiran a dotarles no con capital humano (pues la enseñanza en colegios religiosos es de muy baja calidad) pero sí con capital social, tanto para trepar con arribismo como para evitarles malas compañías.

Y una derechización que donde más se advierte es en las ciudades dormitorio que rodean a las grandes capitales, como el antiguo cinturón rojo que abarcaba el sur de Madrid, hoy votante masivo y absoluto del PP.

Proceso de derechización en curso que todavía no se ha completado en toda España, pues aún quedan bastiones industriales fieles a la izquierda. Pero que puede intensificarse todavía más, conforme la crisis económica agrave el conflicto social con los inmigrantes y la derecha siga explotando la división de los trabajadores con su demagogia xenófoba.

Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

Sin ideas políticas

JOSEP RAMONEDA ELPAIS 06/03/2008

De esta campaña electoral, sustanciada en dos debates televisivos, destaca la ausencia absoluta de ideas políticas. José Luis Rodríguez Zapatero se ha olvidado de lo que hace cuatro años eran sus señas de identidad ideológicas: el republicanismo y la España plural. El republicanismo simplemente ha desaparecido de la escena. Y la España plural se ha convertido en alusiones a la diversidad del país hechas con la boca pequeña, cuando Mariano Rajoy ataca. El candidato popular, por su parte, se ha limitado a seguir las inercias del aznarismo. A falta de la contundencia caudillista de su antecesor, Rajoy ha dado siempre la sensación de ir a remolque: de los periodistas que llevan toda la legislatura exigiéndole que dé caña, de los obispos y otros grupos de presión y, sobre todo, de quien le nombró heredero.

No ha sido, por tanto, una campaña de ideas, sino de listados de medidas y de listados de reproches. Los dos debates parecían calcados, simple repetición de lo que unos y otros llevan meses diciendo. Con dos déficit muy acusados: la incapacidad de los dos combatientes de hacer la síntesis de sus propuestas en términos de proyecto político y el descuido -quizás por inseguridad- de un ejercicio elemental: exigir al adversario que demostrara la viabilidad económica y práctica de sus propuestas. El único que lo hizo fue Pedro Solbes, el gran triunfador de esta campaña, ante Pizarro, con excelentes resultados.

¿Por qué esta ausencia de ideas políticas? Se podría imputar a la imparable mediatización de la política, con sus efectos simplificadores: ideas pocas y simples. No lo veo incompatible con la construcción de mensajes políticos identificadores. Se podría también atribuir a la falta de cultura política de un país recién llegado a la democracia, pero esta limitación también afectaba a González y Aznar, que fueron capaces de dar perfil e identidad a sus propuestas. Quedaría el argumento generacional: ¿vamos realmente a una situación en que la política está siendo sustituida por la administración de las cosas? La conflictividad en el mundo es demasiado grande para caer en esta ilusión marxista.

Está muy extendida la idea de que los dos principales partidos representan dos proyectos muy diferenciados y claramente antagónicos. ¿Son realmente tan diferentes? Si se toma como medida el debate Solbes-Pizarro, sí, sin duda; allí se enfrentó un proyecto socialdemócrata defendido sin restricción mental alguna y un discurso meritocrático de catón, que da todos los derechos al que gana y que considera marginales a los perdedores. Si nos guiamos por los debates Rajoy-Zapatero ya no es tan evidente. La lucha antiterrorista, la inmigración y la cuestión territorial han centrado las polémicas. En la cuestión terrorista, mientras el PSOE está dispuesto a apoyar sin condiciones a quien gobierne, el PP pone condiciones. Todo pasa por la imprecisa distinción entre negociación política con ETA y negociación para la rendición. Es decir, la diferencia principal es que al PP sólo le parecerá bien lo que se haga si lo hace él. En la cuestión de la inmigración, la diferencia es de tono. Rajoy exhibe sin reparos un vicio de la derecha: el desprecio a los más vulnerables, sobre todo, si no tienen posibilidad de votar. Zapatero es más respetuoso con las personas, a las que no pretende imponer cultura alguna sino simplemente exigir el respeto a la ley. Pero en la práctica, uno es partidario de inmigrantes con contrato laboral y legales, y el otro, de legales con contrato laboral. O sea, lo mismo. No se olvide que Zapatero es responsable de las nuevas e ignominiosas vallas de Ceuta y Melilla.

Por lo que hace a la cuestión territorial, los dos defienden el Estado de las autonomías como horizonte insuperable. Eso sí, con matices importantes. Rajoy entiende que la responsabilidad política corresponde a lo que él llama el Estado central y que las autonomías tienen que tener un papel subalterno, y Zapatero es menos deudor de los discursos unitarios de la España eterna. Zapatero emprendió un proceso de reformas estatutarias que le desbordó y Rajoy ha hecho de los agravios territoriales bandera.

Las diferencias de fondo están, en primer lugar, en materia de derechos y costumbres. Rodríguez Zapatero es un reformista liberal y Mariano Rajoy un restaurador al servicio de la Iglesia católica. En segundo lugar, aunque la política económica del Gobierno ha sido de una ortodoxia inobjetable, Zapatero tiene las políticas sociales como prioridad en sus oraciones, mientras que Rajoy se mueve a piñón fijo en el discurso de la baja de impuestos y de los beneficios empresariales. Y, finalmente, las maneras: José María Aznar ha dejado a la derecha impregnada de autoritarismo.

¿Este juego de semejanzas y diferencias explica un clima de enfrentamiento tan brutal? No. Las causas son otras: el resentimiento de una derecha que siempre se cree desposeída injustamente del poder y la irritación de un presidente que no entiende que le dejaran solo frente a ETA. Por lo demás, la derecha de este país es muy bruta, lo dice hasta el Financial Times, pero esto ya lo sabíamos.

La izquierda que no vota

ANDRÉS ORTEGA ELPAIS 29/10/2007

En diversos países europeos, hay una izquierda sociológica abstencionista, hipotensa más que pasota. Es la que hizo que Blair resultara, en 2005, el líder elegido con menos porcentaje de votos (35,3%) de la posguerra. O la que en Polonia se ha movilizado sólo en parte (la participación fue de un 55% y se considera un éxito) por el voto útil en favor de la Plataforma Cívica y de Donald Tusk, que es centro-derecha, y en contra de los gemelos Kaczynski. Se ha dejado notar en diversas ocasiones en España, ya sea en el referéndum del Estatuto catalán, en las generales de 2000 o en las últimas autonómicas y municipales. De movilizar a esa izquierda depende Zapatero para ganar en marzo. El caso español es particular por la derecha que tiene y los temas que suscita: las banderas, la idea de España, el papel de la Iglesia católica. El PSOE cuenta con que el PP, con sus excesos, le movilice a su electorado. Si el PP supiera adoptar una línea centrista y sin aristas, la situación sería otra. Italia es una gran excepción. Incluso pagando un euro, más de tres millones de italianos acudieron a las urnas para elegir al líder del nuevo Partido Demócrata, Walter Veltroni. ¿Tendrían más éxito movilizador unas elecciones de pago?

La (o las) izquierda está en crisis conceptual. Un ejemplo es Bernard-Henry Lévy -de los pocos que no se han pasado al sarkozismo (que quiere deshacerse de Mayo del 68 "de una vez por todas")-, que considera como "cuestión central" (aunque no única) que la izquierda se diferencie por su ateísmo, y apueste por la inexistencia de Dios, como si no hubiera habido y haya grandes ateos de derechas, y cristianos de izquierdas. El propio Veltroni para su proyecto necesitará a la izquierda democristiana. En países como Polonia (pero también en Italia, y por lo que vemos en España), la Iglesia (católica) tiene un poder exagerado y hace política de apoyo a la derecha desde los púlpitos, mientras una parte de la izquierda se queda en casa. Quizás sobre hoy religión -y no es lo mismo la actitud ante la religión que ante la Iglesia, en lo que sí se diferencia la derecha en algunos países-, pero le falte a la izquierda espiritualidad (atea o lo que sea) y sentimiento. Es necesario algo más, o algo menos, que el ateísmo para movilizar a los descreídos políticamente.

La izquierda se está quedando sin nuevos intelectuales, sin referentes, y algunos de los pocos que quedan se han situado en un pensamiento meloso. Anthony Giddens, apóstol de la Tercera Vía y del Nuevo Laborismo (Brown nunca despreció como Blair el viejo laborismo), escribía en este periódico que la política debe ahora centrarse en el estilo de vida, como la lucha contra la obesidad o contra el consumo de alcohol por conductores o adolescentes. La izquierda está perdiendo el rumbo, sobre todo porque no tiene respuestas claras ante la globalización y las desigualdades que ésta genera, o al menos respuestas nacionales, que son difíciles o imposibles, al tiempo que tampoco se adentra en un nuevo internacionalismo. Quizás porque su programa tradicional ha tenido éxito, se ha quedado sin proyecto alternativo, sin propuestas ilusionantes, o que no responden a los miedos identitarios de mucha gente ante la globalización y la inmigración, y sin sentimientos que la muevan. Eso se ha notado mucho en Francia, donde la izquierda socialdemócrata ha quedado rota, también con la ayuda de la atracción por Sarkozy de algunos de sus principales referentes como Kouchner y Attali, o la neutralización de Strauss-Kahn.

La antigua base social de la izquierda -trabajadores manuales organizados en sindicatos que residen en barrios homogéneos y que trabajan en cosas parecidas- se ha ido disolviendo. Como señala un sociólogo español, quedaba el radicalismo de clase media, pero estas clases medias radicalizadas (funcionarios, empleados de banca, etcétera) ya no son modelo para las nuevas clases medias internacionalizadas. La izquierda no ha sabido crear modelos de partidos movilizadores. Se ha quedado sin modelo alternativo y con partidos que más parecen agencias de empleo que instrumentos de movilización. No hay que desesperar. Frente al crecimiento de la derecha cristiana, los demócratas en EE UU se quedaron atrás, y, sin embargo, parece -de momento sólo parece- que vuelven y con algunos apoyos religiosos. Pero lo peor que le puede pasar a la izquierda, socialdemócrata u otra, es la desmovilización de su base sociológica. Que crezca la izquierda que no vota. aortega@elpais.es