diumenge, 10 de maig del 2009

Comentario al artículo de ENRIC GONZÁLEZ: Roja

Imagino que hubo una época en que la ciudadanía se dió cuenta de la necesaria figura del gestor de lo público, pues cada uno de los individuos tenía problemas que iban más allá de su esfera personal y necesitaban que alguien arbritrara, gestionara, decidiera, coordinara...
Sin embargo, actualmente, es casi imposible que la administración defienda los derechos de los ciudadanos "de oficio", si tienes un problema no basta con comunicarlo y esperar a que aquellos a los que se ha elegido y se paga para que lo resuelvan, lo hagan. Hay que perder tiempo, dinero, disgustos y energía en hacer que se cumpla la ley, se respeten los derechos, o que los que están obligados asuman sus responsabilidades. Chomsky dice que las clases sociales menos afortunadas perciben por propio instinto que nadie -sobre todo los poderes públicos- les ayudará y por eso desconfían tan profundamente de ellos. Los que sí confiamos ¡¡ojo!! en la posiblidad de tener unos poderes públicos competentes, comprometidos y responsables, a menudo, nos descorazonamos de ver como casi todo se reduce a volvernos a golpear contra el muro. Quizás seamos idiotas, pero seguimos creyendo que sí, que es posible y que toda acción conlleva un cambio.
Como ciudadana me gustaría ver en los representantes políticos más valentía, que se arriesgaran a tomar decisiones con coraje, con empuje, con entusiasmo... sin embargo, observo que se debaten en la cenagosa indecisión cada vez que deben decidir algo, calibrando continuamente no las consecuencias que tendría esa decisión en la sociedad, si no unicamente su posición personal -en el gobierno, en el partido... - Por tanto, tenemos una clase política cobarde, melindrosa, incapaz de arriesgar ni poner en marcha soluciones con imaginación, se dejan llevar por agendas, actos y decisiones rancias y caducas, desprovistas de significado, dejándose llevar por las formas con las que actuaban los que gobernaron antes que ellos, repitiendo en ocasiones aquello por lo que se dejó de votar al contrario.
De los trajes de Camps, el Audi de Touriño... he de asumir que, por mucho que me duela las clases menos favorecidas vuelven a tener razón: "todos los políticos son iguales, lo único que les importa es enchufar y robar..." frases que siempre he rechazado pero las evidencias son demoledoras y como dice Chomsky, el instinto suele llevar razón.
Silvia Muñoz

dilluns, 16 de març del 2009

NODE no és l’únic col·lectiu, ni som les úniques persones, als qui no els agraden els polítics i ni la política actual, la qual ha derivat en un compendi dels mals usos d’exercir la funció pública.

Roja

ENRIC GONZÁLEZ ELPAIS 13/03/2009

No soy de los que temen una España rota. A mí me preocupa una España roja. Roja de vergüenza. Me abochorna lo que ocurre en la Comunidad de Madrid y me apena el papelón del Parlamento autónomo, con esa comisión investigadora destinada a desinvestigar, negar la evidencia y acusar a los periódicos, en concreto a éste en el que escribo; da grima comprobar el cainismo imperante en el PP de Esperanza Aguirre y la inoperancia del PSOE madrileño.

Me abochornan las "embajadas" catalanas, los informes que la Generalitat encarga a los amiguetes, la abundancia de campañas de autobombo, la conjunción de dispendio e ineficacia, el vuelo gallináceo del debate político en el "oasis".

Me abochorna la impavidez con que el anterior Gobierno autónomo gallego, esa coalición "progresista" de socialistas y nacionalistas, dio por supuesto su derecho a derrochar en coches blindados, mobiliario y francachelas; me deprime que el PP de Galicia, a estas alturas, siga apoyándose en los caciques cada vez que se aproximan elecciones (ahí, sin embargo, habrá que dar un voto de confianza a Feijóo).

Me abochorna, y no hace falta decir por qué, que Ibarretxe asegure que el PNV seguirá mandando, tanto si permanece en el Gobierno como si no: ahora resulta que el lehendakari vasco habla igualito que Girón de Velasco y otros figurones del búnker después de la muerte de Franco.

Me abochorna que Camps se niegue a explicar ante el Parlamento autónomo valenciano esa historia tan graciosa de los trajes, y que Fabra domine eternamente la Diputación de Castellón gracias a su talento para explotar el clientelismo. Me abochorna que el PSOE gobierne siempre en Andalucía, aupado sobre su propia clientela rural y sus peonadas.

Me abochorna, en general, la España autonómica, con sus cargos y carguitos, sus coches oficiales y sus trapisondas. No creo que el plan fuera ése. Hace 30 años se prometió que la Constitución, además de reconocer los derechos y particularidades de determinadas regiones (o naciones, o imperios, da igual: las palabras no cuestan un duro), serviría para acercar la Administración al ciudadano. Quizá esté más cerca, pero suele portarse como si estuviera lejísimos y no pudiéramos ver las tonterías que hace.

dilluns, 9 de març del 2009

REFLEXIONS AL VOLTANT DE LA POLÍTICA I ELS POLÍTICS

- Dalt valencià, baix castellà -

El sistema democràtic en el qual estem vivint en l’actualitat moltes persones el qualifiquen com el menys dolent dels sistemes polítics. El que vol dir que és dolent, encara que siga el menys. El sistema, a més a més, és fa més dolent per la dolenta aplicació pràctica de la teoria que fan els partits i les persones que els sustenten.

Com hem pogut observar des dels temps de la transició, poc a poc, els escaladors, els mediocres i els profitosos, s’han fet amb el control dels partits que dominen l’arc polític. No hi ha persones ideològiques que tinguen alguna cosa a dir ni en el funcionament diari, ni en l’estratègia de treball. Els mercadotècnics i els estrategs del màrqueting són els grans gurus dels partits. Les idees i el pensament són rèmores del passat que ningú vol recordar (sols per a traure lluentor a la xapa).

No sempre ha sigut així. Al principi del sistema, allà pels finals dels setanta i principis dels vuitanta, encara hi havien als partits algunes persones que responien al perfil d’ideòlegs que realitzaven treballs de pensament polític per a aplicar en el dia rere dia dels partits. Aquestes persones ben prompte foren enviades a la galàxia del silenci i a la marginalitat, com a bitxos rars i, en alguns moments, perillosos. Així ens ha lluït el pèl.

Tenim exemples, de tots els àmbits polítics, que ens il·lustren el que estem dient (cadascú que pose el seu). Són personatges buits d’idees, plens d’ambició i sense escrúpols a l’hora de fer valer el seu poder per a aconseguir les seues prebendes. Gent que confon el servei públic amb la seua barraca personal. Gent que és capaç de posar el seu interès personal per damunt de qualsevol interès general. Gent que menteix més que alena. Gent als quals no els cauen els anells per utilitzar mitjans i diners públics per al seu afalagament i el seu narcisisme o per muntar una cova de lladres per a emporta-se’ls de valent. En definitiva, persones que no ens mereixem com a governants el comú dels mortals, però que ens estan donant pel sac cada dia.

L’espectre que comprèn és tant gran que podem dir que cap estament es lliura. Hi ha des de presidents de govern fins a caps de l’oposició, des de ministres fins a alcaldes de poble, des de presidents de la generalitat fins a regidors de cultura de qualsevol poblet. Les característiques dels mateixos són idèntiques: mentiders, barroers, tramposos, jugadors d’avantatge, malbaratadors, venjatius, tot cap en la definició, ja que són personatges sense ideals i sense idees.

Altra característica que els defineix és estar rodejats sempre de persones amb poques ambicions personals, amb poca capacitat intel·lectual i amb els ulls cegats per la seua lluentor. Els utilitzen com a mesura de defensa, per tal que ningú els faça ombra, ni es qüestionen, encara que siga de lluny, la seua posició, al temps que els poden gastar com a “cap de turc” en cas de vindre dolentes. Per això sempre se’ls veu acompanyats de “suros”, panxacontents i vividors, en el mal sentit de la paraula.

Mentre les persones normals no enviem a les galeres a aquestos personatges que dominen l’escena política, no acabarem de desplegar les veles de la normalitat democràtica. La solució passa per canviar radicalment els models i les persones. Cal que jutgem per les idees i els fets. Cal que aprofundim en l’educació cívica de les ciutadanes i els ciutadans. És la nostra única esperança de futur.

REFLEXIONES ENTORNO A LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS

El sistema democrático en el cual estamos viviendo en la actualidad muchas personas lo califican como el menos malo de los sistemas políticos. Lo que quiere decir que es malo, aunque sea el menos. El sistema, además, se hace más malo por la mala aplicación práctica de la teoría que hacen los partidos y las personas que los sustentan.

Cómo hemos podido observar desde los tiempos de la transición, poco a poco, los escaladores, los mediocres i los aprovechados, se han hecho con el control de los partidos que dominan el arco político. No hay personas ideológicas que tengan algo que decir ni en el funcionamiento diario, ni en la estrategia de trabajo. Los mercadotécnicos y los estrategas del marketing son los grandes gurús de los partidos. Las ideas y el pensamiento son rémoras del pasado que nadie quiere recordar (sólo para sacar brillo a la chapa).

No siempre ha sido así. Al principio del sistema, allá por finales de los setenta y principios de los ochenta, todavía había en los partidos personas que respondían al perfil de ideólogos y realizaban trabajos de pensamiento político para aplicar en el día a día de los partidos. Estas personas bien pronto fueron enviadas a la galaxia del silencio y a la marginalidad, como bichos raros y, en algunos momentos, peligrosos. Así nos ha lucido el pelo.

Tenemos ejemplos, de todos los ámbitos políticos, que nos ilustran lo que estamos diciendo (cada cual que ponga el suyo). Son personajes vacíos de ideas, llenos de ambición y sin escrúpulos a la hora de hacer valer su poder para conseguir sus prebendas. Gente que confunde el servicio público con su barraca personal. Gente que es capaz de poner su interés personal por encima de cualquier interés general. Gente que miente más que respira. Gente a los que no les caen los anillos por utilizar medios y dinero público para su halago y su narcisismo o por montar una cueva de ladrones para llevárselo crudo. En definitiva, personas que no nos merecemos el común de los mortales, pero que nos están dando cada día por el saco.

El espectro que abarca es tan grande que podemos decir que ningún estamento se libra. Hay desde presidentes de gobierno hasta jefes de la oposición, desde ministros hasta alcaldes de pueblo, desde presidentes de la generalidad hasta concejales de cultura de cualquier pueblecito. Las características de los mismos son idénticas: mentirosos, groseros, tramposos, jugadores de ventaja, despilfarradores, vengativos, etc., todo cabe en la definición, puesto que son personajes sin ideales y sin ideas.

Otra característica que los define es el estar rodeados siempre de personas sin ambiciones personales, con poca capacidad intelectual y con los ojos cegados por su brillo. Los utilizan como medida de defensa, para que nadie les haga sombra ni se cuestionen, aunque sea de lejos, su posición, al tiempo que los pueden utilizar como “cabezas de turco” en caso de venir mal dadas. Siempre se les ve acompañados de “tarugos”, estómagos agradecidos y vividores, en el mal sentido de la palabra.

Mientras las personas normales no enviemos a las galeras a estos personajes, no acabaremos de desplegar las velas de la normalidad democrática. La solución pasa por cambiar radicalmente los modelos y las personas. Hace falta que juzguemos por las ideas y los hechos. Hace falta que profundicemos en la educación cívica de las ciudadanas y ciudadanos. Es nuestra única esperanza de futuro.